domingo, 24 de junio de 2012

Leyenda



El Gallo de la Catedral

Había una vez un hombre muy rico que vivía como rey. Muy temprano en la mañana comía el desayuno. Después dormía la siesta. Luego, almorzaba y, a la tarde, oloroso a perfume, salía a la calle. Bajaba a la Plaza Grande. Se paraba delante del gallo de la Catedral y burlándose le decía:

- ¡Qué gallito! ¡Qué disparate de gallo!

Luego, don Ramón caminaba por la bajada de Santa Catalina. Entraba en la tienda de la señora Mariana a tomar unas mistelas.

Allí se quedaba hasta la noche. Al regresar a su casa, don Ramón ya estaba coloradito.
Entonces, frente a la Catedral, gritaba:

- ¡Para mí no hay gallos que valgan! ¡Ni el gallo de la Catedral!
Don Ramón se creía el mejor gallo del mundo! Una vez al pasar, volvió a desafiar al gallo:

- ¡Qué tontería de gallo! ¡No hago caso ni al gallo de la Catedral!
En ese momento, don Ramón sintió que una espuela enorme le rasgaba las piernas. Cayó herido.

El gallo lo sujetaba y no le permitía moverse. Una voz le dijo:

- ¡Prométeme que no volverás a tomar mistelas!
- ¡Ni siquiera tomaré agua!
- ¡Prométeme que nunca jamás volverás a insultarme!
- ¡Ni siquiera te nombraré!
- ¡Levántate, hombre! ¡Pobre de ti si no cumples tu palabra de honor!
- Gracias por tu perdón gallito.

Entonces el gallito regresó a su puesto.

¿Cómo pudo bajar de la torre si ese gallo es de fierro?
Ya pueden imaginarse lo que sucedió: los amigos de don Ramón le jugaron una broma, para quitarle el vicio de las mistelas.

Leyenda



La casa 1028


De las leyendas mas conocidas de Quito, La Casa 1028 cuenta la historia de una joven llamada Bella Aurora, que junto a sus padres fue a ver una corrida de toros a la Plaza de la Independencia, que en ese momento no tenía ningún monumento.
El misterioso mito, cuenta que desde nadie sabe dónde, salió un toro negro que se acercó a Bella Aurora de manera muy extraña y la observó fijamente.
La joven se atemorizó a tal punto de caer desmayada
Bella Aurora fue llevada de urgencia por sus padres hacia su casa, la casa 1028, mientras preocupados pedían por la asistencia de un médico ya que no entendían por qué la niña no reaccionaba desde el susto.
Lo que ocurrió acto seguido, el toro en la Plaza no encontraba a Bella Aurora, entonces sale corriendo enfurecido, saltando la barrera protectora, dirigiéndose hacia la casa 1028, y al llegar al lugar derribó la puerta de la habitación de la joven, embistiéndola y matándola así con dureza.
Nunca se supo ni de dónde surgió este toro, ni el por qué de la ofensiva contra la niña. Es un mito que jamás podremos descubrir.

Leyenda

LA OLLA DEL PANECILLO



Se dice que en Quito había una mujer que todos los días llevaba su vaquita al Panecillo para que pudiera comer ya que no tenía un potrero donde llevarla.
Un buen día, mientras recogía un poco de leña, dejó a la vaquita cerca de la olla pero a su regreso ya no la encontró. Muy asustada, se puso a buscarla por los alrededores.

Pasaron algunas horas y la vaquita no aparecía. En su afán por encontrarla, bajó hasta el fondo de la misma olla y su sorpresa fue muy grande cuando llegó a la entrada de un inmenso palacio.

Cuando pudo recuperarse de su asombro, miró que en un lujoso trono estaba sentada una bella princesa que al ver allí a la humilde señora, le preguntó sonriendo:


-¿Cuál es el motivo de tu visita?
- ¡He perdido a mi vaca! Y si no la encuentro quedaré en la mayor miseria. Contestó la mujer llorando.
La princesa, para calmar el sufrimiento de la señora, le regaló una mazorca y un ladrillo de oro. Además, la consoló asegurándole que su querida vaquita estaba sana y salva.
La mujer agradeció a la princesa y salió contenta con sus obsequios. Pero, cuando llegó a la puerta, se llevó una gran sorpresa al ver a su vaca de regreso. -¡Ahí está mi vaca! Gritó la mujer muy contenta.

Y fue así como la mujer y la vaquita regresaron a su casa luego de esa inolvidable aventura que quedó escondida en la Olla del Panecillo. 


martes, 12 de junio de 2012

Leyenda


  El Padre Almeida




 En esta história se cuenta, como un padre el cual no era precisamente el mejor debido a su mala conducta. La leyenda cuenta que este padre, todas las noches salía a tomar aguardiente, para salir tenía que subir en un brazo de la estátua de Cristo, pero una noche minetras intentaba salir se dio cuenta que la estatia lo regreso a ver y le dijo: ¿Hata cuando padre Almeida? y este le contesto "Hasta la vuelta" y se marcho. Una ves ya emborrachado, salió de la cantina y se encontraba paseando en las calles de Quito, hasta que pasaron 6 hombres altos completamente vestidos de negro con un ataud, aunque el padre Almeida penso que era un toro con el cual chocó y se desplomo, pero al levantarse regreso a ver en el interior del ataud, y ere él, el padre Almeida, del asombro huyo del lugar. Se puso a pensar que eso era una señal y que si seguia así podia morir intoxicado, entonces desde ese día ya no a vuelto a tomar y se nota en la cara de la estatua de Cristo mas sonrriente.